Lava y corta las manzana en pequeños dados e incorpóralas a un bol.
Añade las semillas de la vaina de vainilla, el zumo de una lima y su ralladura, la mantequilla cortada en pequeñísimos dados, el azúcar, la canela y ralladura de jengibre al gusto. Con tus manos limpias mezcla muy bien todos los ingredientes, cubre con papel film, y deja reposar 3 horas a temperatura ambiente.
Engrasa con un poco de mantequilla la fuente donde vayas a hornear y estira la primera base de masa pinchándola con un tenedor.
Vuelca la manzana con parte del jugo que ha soltado y cierra con la segunda masa.
Bate un huevo y pinta muy bien todo el exterior para que te quede un bonito color dorado.
Pincha la masa con un tenedor, esparce algo de azúcar por la superficie y al horno durante 35 minutos a 180º.¡Importante! Como cada horno es un mundo, si observas que antes de tiempo la parte superior de tu pastel ya ha adquirido un crujiente y bonito color, cúbrelo con papel de aluminio y deja que se terminen los 35 minutos. Rodéate de buenos amigos o de tu gente más querida e invítales a disfrutarlo; es delicioso, está lleno de sabor y ligeramente perfumado con la aromática y adictiva canela.